A esta edad el bebé ha alcanzado grandes progresos, es más activo y comienza a adaptarse al ritmo de la madre. Va apareciendo su individualidad, mostrando un temperamento muy propio.
Se observa en él un gran interés por todo lo nuevo: personas, juguetes, situaciones diferentes, aunque con algunas restricciones, ya que la novedad lo desconcertará cuando no pueda manejarla, pero las situaciones familiares no le resultarán tan excitantes. Esta nueva actitud del bebé le indicará a la madre qué tipo de actividad de estimulación desarrollará, así como el tiempo de duración y la frecuencia. El baño es una excelente oportunidad para estimular al bebé en todas sus áreas.
Por otra parte, el bebé tiene ahora mucho más control sobre sus propios movimientos, especialmente los de la cabeza (por la fuerza con que ahora cuentan los músculos del cuello); en general sus movimientos son menos tambaleantes.
El sistema nervioso está madurando rápidamente, por lo tanto puede coordinar las actividades de mirar, agarrar, chupar o mamar, dando lugar así a una autoestimulación que lo lleva de ser pasivo a una gran actividad que le produce placer y satisfación.
Estará totalmente fascinado con sus propias manos y dedos y comenzará a ausarlos para alcanzar objetos que sean de su interés; podrá asirlos, lo que será un prerrequisito para la exploración, así como para verlos en detalle.
Si le muestras un objeto pequeño y atractivo, no se conformará con mirar: querrá que tanto sus ojos como sus manos participen de la exploración. Sin embargo, aunque su curiosidad es alta, está limitada por su madurez física.
Debes proporcionar estímulos adecuados para que ésta se desarrolle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Pequecomentarios