Una de las tareas fundamentales de todo padre es enseñar a sus hijos a ser personas autónomas, con capacidad de enfrentar al mundo por sí solos.
Además de entregarles el amor, afecto y cuidados necesarios, todo niño necesita aprender a convivir en sociedad, acorde con las normas y patrones de conducta aceptados.
Para lograr ello es necesario inculcar la disciplina desde los primeros años, estableciendo límites claros y precisos.
El objetivo principal es hacer que esta disciplina forme parte de la personalidad del menor y que se auto-promueva.
¿Desde qué edad se debe enseñar la disciplina?
Se debe tener en cuenta es la edad mental del niño, es decir que sea lo suficientemente maduro para entender lo que está permitido y lo que no lo está.
Aproximadamente a los tres años, el niño ya está en la capacidad de comprender lo que se espera de él. Por ejemplo, se le puede inculcar hábitos cotidianos como acostarse a una hora indicada para dormir, enseñarle que debe guardar sus juguetes y no tirarlos, etc.; ésta es una forma de enseñar a los niños a ser disciplinados.
¿Cómo promover la disciplina en el niño?
Lo primero es enseñarles con el ejemplo, así el niño estará más dispuesto a obedecer las normas.
Indicarle de forma clara las tareas que debe realizar diariamente, levantarse, cepillarse los dientes, asearse, guardar sus juguetes luego de haber jugado, en fin, todo dependerá de la rutina que establecerán los padres de acuerdo a la edad del niño.
Ser claros y precisos al indicar las órdenes y establecer los límites de la conducta del niño, decirle lo que tiene que hacer, lo que esperamos que haga y no decirle lo que no debe hacer. Se debe evitar el “no”, por ejemplo, en lugar de decirle “no te subas a esa silla o no estás haciendo la tarea, deja de estar jugando”, podemos decirle: “Baja de la silla y siéntate” “Continúa haciendo tus tareas”.
Explicarle de manera sencilla las razones por las cuales una conducta es o no la más adecuada.
Premiarlo luego de mostrar la conducta deseada, muchos padres olvidan esto y es que es una premisa básica para que una conducta adecuada se siga presentando, es importante premiar al niño, pero evitando cosas materiales como juguetes o caramelos, ya que puede acostumbrarse a ello, lo ideal es entregarles una sonrisa o una felicitación; el objetivo es que la propia conducta llegue a ser su propia recompensa, que se sienta bien por las cosas que ha podido realizar y por lo bien que se ha portado.
Establecer las reglas o normas que tendrán las conductas inadecuadas, previamente se debe conversar con el niño sobre las consecuencias de sus conductas, no es recomendable utilizar el castigo físico, lo mejor será negarle alguna actividad que le guste realizar al niño, por ejemplo, no salir el fin de semana de paseo, no dejar que vea su programa favorito ese día, etc.
Estimular las conductas deseables; el niño necesita saber que lo que hizo está bien, sólo así seguirá presentando las conductas adecuadas.
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